domingo, 18 de julio de 2010

LA REALIDAD COMO UN JUEGO.

“...el cielo espera ser

tocado por una

mano de fabulosa infancia...!

Gastón Bachelard.


Picasso, Miró, Matisse, Polloch estarían felices con esta muestra de pintura infantil, de escultura infantil.

Nunca sabremos a ciencia cierta cuanto le debe la pintura, el arte contemporáneo a las manifestaciones artísticas infantiles, a los “garabatos” infantiles.

Posiblemente sean las máscaras ceremoniales africanas, la invención de la fotografía, y la pintura infantil los que dieron inicio al arte contemporáneo. Sin la apropiación por parte de los artistas de

principio del siglo XX del espíritu de estas mágicas manifestaciones, no

habría lo que hoy conocemos como arte contemporáneo... Mágicas son las máscaras africanas, mágico es todo el proceso de fijación fotográfica y mágica es la creación infantil.


Toda infancia es fabuladora, naturalmente fabuladora. Mas que ideas ensoñaciones. Las ideas pertenecen al mundo real, a la razón. Lo real, el mundo a su alrededor es para el niño solo un vehículo, un medio para fabular. Cada cosa es sustraída por ellos de su mu7ndo original, ordinario para ser transformada, trastocada, llevada a un mundo de sueños, a mundos fabulosos que solo ellos conocen, que solo ellos habitan, que solo ellos entienden y que nosotros,

adultos, vanos seres de la razón vemos con despectivas miradas.


Vaye ud a saber a que selva encantada pertenecen estos multicolores animalitos de papel maché, estas damas primorosamente vestidas, este caballero que en posición incómoda observa las estrellas, se deja deslumbrar por la luna.


En estos cuadros anida el espíritu infantil que nunca abandonó a Picasso, a Miró, a Reverón, a Bárbaro Rivas. Ellos lograron lo que hicieron porque nunca dejaron de ser niños. También Mondrian, también Cezanne, también Polloch.

Ellos cambiaron la realidad no por ser buenos pintores adultos sino por ser arquetípica y espiritualmente niños. Reverón era niño cuando jugaba con sus muñecas, cuando interactuaba con ellas, hizo un mundo a la medida de ellas que era su propio mundo. Bárbaro Rivas fue total y absolutamente niño. No hay en su pintura nada que se parezca a pintura, a creación de adulto. Así vio él la realidad y así la plasmó en sus telas, en sus cartones. No fue primitivo ni naif Bárbaro Rivas. Fue siempre un niño.

Picasso hizo de cada objeto encontrado a su paso un objeto otro producto de su juguetón e infantil espíritu. En su trabajo artístico lo espacial desaparece, juega con los sentidos como si no existiese derecha e izquierda, arriba o abajo, delante o atrás:

Desconstruye rostros y objetos para, como un niño travieso, construirlo de otra e irreconocible manera.

Miró, al igual que Calder y Polloch hizo de la sutileza, de lo nimio geografías solo habitadas por libélulas, por pompas de jabón, por globos de colores, por imaginarios infantiles.


Esta muestra encierra todo esto de lo que hemos venido hablando, de lo que hemos venido escribiendo. Es un logro, en primer lugar, de los niños participantes. En segundo lugar, del apoyo de los padres de estos niños y en tercer lugar, de las buenas enseñanzas, de la buena guía, de la idea de libertad que encarna la profesora Norma y por supuesto del apoyo irrestricto de la casa de la Cultura “Ramón Vásquez Brito”. También debemos darle una nota de agradecimiento al museógrafo Cristóbal Carcone, quien nos prestó su valiosa ayuda, su valioso saber.

José Augusto Rodríguez Méndez.

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